La Situación Problema en la enseñanza de la historia
Reseña de un acercamiento y una revelación
En las escuelas mexicanas de educación básica y media básica, la práctica común de la enseñanza de la historia se reduce a la memorización de datos y fechas totalmente descontextuados así como al culto acrítico de los héroes nacionales.[1]
Diecisiete años y un par de reformas curriculares después, pocos cambios se observan en la práctica escolar relativa a esa disciplina. Y en este sentido considero pertinente retomar la experiencia vivida durante el seminario sobre la Situación Problema (SP) en la enseñanza de la historia impartido por Alain Dalongeville, en el cual participé y que motivó mi formación como historiadora.
La primera impresión
Desde el primer encuentro con la SP (“¿Egipto, Un don el Nilo?”) resulté afectada por su propuesta. Luego de la inicial sorpresa, pasé a reflexionar sobre el sentido de mi percepción de la historia como saber y como disciplina, así como acerca de mi trabajo como profesora.
La experiencia de construir conocimiento in situ me llenó de entusiasmo por colaborar en una búsqueda de información para alimentar el debate y trascender los datos con preguntas y propuestas de explicación.
Acerca de la enseñanza de la Historia y la idea de Concepto
Como docente interesada en la historia, no fue sino hasta el seminario impartido por Dalongeville que consideraré más de una versión de los diferentes hechos históricos planeados para su revisión. A lo largo de las sesiones del seminario teórico-práctico me fue necesario cuestionarme acerca de la visión dominante de una historia-verdad vs. otra compleja, construida a partir de contradicciones y siempre a la espera de preguntas para mostrar su vitalidad y pertinencia como conocimiento de lo social, de lo humano.
Por otro lado, si bien antes del seminario insistía en la importancia de realizar « lecturas » como fuente de información, mis alumnos las hacían más por complacerme que motivados por un interés genuino y propio. La situación de lectura activa que implica regresar a los textos una y otra vez motivados por una misión, la confrontación de puntos de vista que alienta los cuestionamientos y la idea de concepto como herramienta de transformación, fueron apareciendo como posibilidades reales con que dotar de sentido a la práctica de mi labor docente.
La historia como disciplina formadora de un espíritu crítico
He de reconocer lo normalizado que se encontraba el sentido anecdotario de la historia en mi forma de conocerla y de “enseñarla”. Así, a partir de mi acercamiento a la propuesta de la Situación Problema inicie a preguntarme ¿Por qué? ¿Qué hizo que la anécdota de la historia me ocultara de alguna manera sus posibilidades como disciplina formadora de un espíritu crítico que reclama un trabajo continuo y permanente de búsqueda y reconstrucción? Las respuestas a estas preguntas se me fueron presentando conforme avanzaba en la experimentación de los procesos históricos tratados desde la perspectiva de la SP. El hecho de reconocer que las cosas, los conceptos, el conocimiento no se ha inventado de la nada, que se construyen y transforman, que tienen una historia, generó una transformación profunda en mi concepción de la enseñanza de la historia y más aún, acerca de la articulación de los saberes, al considerar que « la problematización, en la construcción del conocimiento, pone en juego todo el potencial que poseemos ».
El concepto de Alteridad
De entre todos los elementos que componen la propuesta de la Situación Problema, el concepto de Alteridad me impactó de manera particular. Si bien no se comentó abundantemente sobre él durante el seminario, las acciones derivadas de la experimentación de la SP dieron cuenta de su potencial importancia al considerar que “…al estudiar la historia se establece un encuentro con el « otro » (un actor o un testimonio del pasado) y que este es también un encuentro con la mentalidad, la cultura de ese « otro » que habla de « otro » y de sí mismo… ”[2]
De igual forma, en el intercambio al interior del grupo de trabajo, fue evidente un encuentro con el « otro » en el presente, encuentro del que ambos salimos afectados, tocados, y en el que también fuimos confirmados (reconocidos). Este aspecto, que va más allá de lo disciplinario de la historia y que considero toca procesos que tienen que ver con una toma de conciencia acerca de la integración de los individuos a la « comunidad »; es el que afianzó mi interés en la propuesta de la SP ya que en él encontré una posibilidad concreta, clara y bien estructurada para abrir espacios de ejercicio que permitan activar cierta capacidad para vivir « saludablemente » en sociedad con todas sus implicaciones. Estoy convencida de que la escuela primaria y secundaria cobran una importancia crucial en la construcción colectiva, compartida, confrontada de los saberes. Y es que considero que es en sus aulas y espacios comunes en donde es posible ejercitar la capacidad de transformación hacia una vida en lo individual y lo social verdaderamente armónica pues:
…..Si la enseñanza de la historia puede contribuir a la formación de ciudadanos es formándolos en el encuentro con el otro (este último pertenezca al pasado o al presente), encuentro sin el cual las identidades que contribuimos a crear se construyen de forma cerrada sobre si mismas y la sociedad se convierte en una simple yuxtaposición de estas últimas…[3]
Los cambios antes de la escritura de la SP
Antes de iniciar la definición de una propuesta de SP, gocé tanto su experimentación, como las reflexiones que al respecto de sus elementos nos descubría Dalongeville. Finalmente, cuando realizamos el desarrollo del tema de los “Cristeros”, se combinaron los momentos difíciles, en que nos perdimos intentando encontrar los elementos precisos que le dieran forma y sentido a nuestra propuesta, con la emoción de experimentar con una herramienta nueva y prometedora. El tiempo estaba en nuestra contra, había mucho que decir pero también que acotar y concluir. Casi al final, cuando se estaba escribiendo el cartel a presentar en colectivo, tuve la necesidad de disentir y elaborar una propuesta alternativa, retomando elementos que sí habíamos discutido pero que habían quedado fuera, así como otras consideraciones que me surgieron al escuchar y observar las exposiciones que antecedieron a la de nuestro equipo.
El último día
Concluimos con atropellada prisa los carteles (incluido el mío como alternativo) y lo necesario para la exposición de la SP que construimos acerca de la guerra cristera.[4] Durante el trabajo de elaboración de las propuestas, los comentarios de Alain Dalongeville y Javier Pérez Siller nos apoyaron muchísimo, sobre todo en lo que se refiere a los elementos metodológicos de una SP: ruptura, misión, concepto(s) clave, redacción de la SP, entre otros.
Iniciaron las exposiciones de los equipos -tres antes que tocara el turno al nuestro-. Yo estaba muy pendiente de lo que los compañeros exponían encontrando coincidencias y divergencias. Estuve particularmente atenta a lo que Dalongeville les comentaba acerca de su exposición. Fue a partir de una reflexión que surgió en las exposiciones, que agregué algo más a nuestro cartel.
Finalmente toco el turno a mi equipo. Sobre este punto no puedo dejar de reconocer que la estructuración que a continuación presentaré sobre la SP de los Cristeros fue posible gracias al intercambio que se dio al interior del equipo en que trabajé y a las aportaciones que el grupo hizo a través de las diferentes exposiciones.
[1] Rafael Quiroz Estrada. Las condiciones de posibilidad de aprendizaje de los adolescentes en la educación Secundaria. Tesis doctoral, México, 2000, DIE-CINVESTAV.
[2] Alain Dalongeville, La enseñanza de la historia ¿una experiencia de la alteridad? (París, 1998)
[3] Ibíd.
[4] El esbozo de la SP “La cristiada ¿guerra por Cristo rey o por la ley? fue construido en el equipo que integré con Haidé Rodríguez (docente de la escuela primaria Teceltican) y Paulina Latapí (Investigadora de la Universidad de Querétaro).